![]() |
Lic. Karl Y. Arévalo V.
Periodista Profesional
y Comunicador Social |
jueves, 24 de noviembre de 2011
viernes, 18 de noviembre de 2011
Carta para Consuelo... Mi corazón está muy triste...
Mi corazón está muy triste... Hace pocas horas recibí la infausta noticia de que la tía Con está perdiendo la vida a pasos agigantados. La fase terminal del cáncer que está padeciendo, literalmente está destruyendo muchos de sus órganos. Y aunque es probable que ella nunca se entere de lo que le ocurre, pues a sus allegados se nos hace cruel comunicárselo a sus 84 años de edad, lo que nos queda es solidarizarnos con ella y pedirle a Dios, en quien confía profundamente, que haga menos intenso el dolor que está minando diferentes partes de su cuerpo.
Mi corazón está muy triste... Estoy consciente de que es muy poco lo que se puede hacer para aliviar su mal físico, pero tengo la confianza en que el Creador le dará fortaleza hasta que llegue el momento en que se tenga que encontrar con Él. Con esa sencillez y sinceridad que la caracteriza, la tía Con siempre ha sabido dar amor a quienes la rodeamos. Ella ama a Dios con ternura, con abnegación y, como Él nos lo demanda, como una niña. Eso le ha causado quizá inquietud a algunos, pero a otros nos inspira ternura y admiración, porque es difícil ver cómo una persona puede llegar a entregarse tanto a su fe. Sí. Tanto como pocos lo pueden hacer.
Mi corazón está muy triste... Porque el de la tía Con también lo está, aunque estoy seguro de que en medio de sus dolencias ella siente cómo, poco a poco, se aproxima más al encuentro con el Ser Supremo. En el transcurso de mi vida he perdido a muchos seres queridos; inclusive, a algunos muy cercanos, y es un hecho que esas separaciones me han causado mucho dolor. Con todo y eso, no creo que se pueda llegar a ser indiferente frente a un nuevo suceso trágico de tal naturaleza.
Mi corazón está muy triste... Porque hay otros corazones que aman a la tía Con y que también están sufriendo. Si son 2, 4 ó 6 meses los que habremos de esperar con angustia para el desenlace final, no lo sabemos. Lo que sí es cierto es que el tiempo que le quede de vida debemos de tratar de hacérselo lo menos complicado posible. Visitémosla, alentémosla, hagamos oraciones por ella y devolvámosle un poco del amor que siempre supo darnos a su especial modo. Todo ello creará a su alrededor un clima de aprecio y estima, el cual le hará menguar su dolor y le permitirá gozar de aquello que siempre ha disfrutado: sentirse amada.
Mi corazón está muy triste... Porque pese a que durante mucho tiempo he tratado de estar cerca de ella para brindarle mi apoyo, lo cual me ha dado mucha satisfacción, ahora estoy a punto de despedirla y me siento impotente frente a ese hecho inminente. Y aunque tengo la confianza en que pasará a una dimensión superior, su separación física me conmueve. Hace pocos días, sin imaginar lo que estaba a punto de conocer, escribí una pequeña reflexión acerca del sufrimiento, la cual hago mía ahora para poder entender un poco más de ese misterio que entraña el más allá.
Mi corazón está muy triste... Sí. Al escribir esta Carta para Consuelo... Para que tal vez algunos puedan consolarse con ella. Pero, en realidad, una carta para usted, tía Consuelo, a quien siempre ofrendaré mi respeto y admiración. Incluso después de que se haya despedido de todos los que la amamos y le haya entregado su alma al Creador de todo cuanto existe.
Mi corazón está muy triste... Estoy consciente de que es muy poco lo que se puede hacer para aliviar su mal físico, pero tengo la confianza en que el Creador le dará fortaleza hasta que llegue el momento en que se tenga que encontrar con Él. Con esa sencillez y sinceridad que la caracteriza, la tía Con siempre ha sabido dar amor a quienes la rodeamos. Ella ama a Dios con ternura, con abnegación y, como Él nos lo demanda, como una niña. Eso le ha causado quizá inquietud a algunos, pero a otros nos inspira ternura y admiración, porque es difícil ver cómo una persona puede llegar a entregarse tanto a su fe. Sí. Tanto como pocos lo pueden hacer.
Mi corazón está muy triste... Porque el de la tía Con también lo está, aunque estoy seguro de que en medio de sus dolencias ella siente cómo, poco a poco, se aproxima más al encuentro con el Ser Supremo. En el transcurso de mi vida he perdido a muchos seres queridos; inclusive, a algunos muy cercanos, y es un hecho que esas separaciones me han causado mucho dolor. Con todo y eso, no creo que se pueda llegar a ser indiferente frente a un nuevo suceso trágico de tal naturaleza.
Mi corazón está muy triste... Porque hay otros corazones que aman a la tía Con y que también están sufriendo. Si son 2, 4 ó 6 meses los que habremos de esperar con angustia para el desenlace final, no lo sabemos. Lo que sí es cierto es que el tiempo que le quede de vida debemos de tratar de hacérselo lo menos complicado posible. Visitémosla, alentémosla, hagamos oraciones por ella y devolvámosle un poco del amor que siempre supo darnos a su especial modo. Todo ello creará a su alrededor un clima de aprecio y estima, el cual le hará menguar su dolor y le permitirá gozar de aquello que siempre ha disfrutado: sentirse amada.
Mi corazón está muy triste... Porque pese a que durante mucho tiempo he tratado de estar cerca de ella para brindarle mi apoyo, lo cual me ha dado mucha satisfacción, ahora estoy a punto de despedirla y me siento impotente frente a ese hecho inminente. Y aunque tengo la confianza en que pasará a una dimensión superior, su separación física me conmueve. Hace pocos días, sin imaginar lo que estaba a punto de conocer, escribí una pequeña reflexión acerca del sufrimiento, la cual hago mía ahora para poder entender un poco más de ese misterio que entraña el más allá.
Mi corazón está muy triste... Sí. Al escribir esta Carta para Consuelo... Para que tal vez algunos puedan consolarse con ella. Pero, en realidad, una carta para usted, tía Consuelo, a quien siempre ofrendaré mi respeto y admiración. Incluso después de que se haya despedido de todos los que la amamos y le haya entregado su alma al Creador de todo cuanto existe.
martes, 15 de noviembre de 2011
Aprender del sufrimiento
El sufrimiento, sea físico o espiritual, es uno de los grandes misterios de la humanidad que pocos llegan a entender. Se dice tanto de ese estado, que la abundancia de opiniones hace que muchos se confundan más y hagan su dolor aún mayor. Entre otras cosas, se expresa que es una forma de expiar culpas, algo así como una purificación del alma, en el entendido de que lo hemos recibido como consecuencia de acciones contrarias al bien. También se comenta que es una manera de que entendamos el placer con más intensidad cuando toque a nuestra puerta. Al final de cuentas, como no podemos evadirlo porque está implícito en la vida de hombres y mujeres, debemos aprender a convivir con éste cuando nos afecta y buscar la fortaleza en Dios para que Él nos alivie con el bálsamo de su amor...
El amor
“...tres cosas todavía permanecen: la fe, la esperanza y el amor. Estas tres. Pero de ellas, la más importante es el amor.
Sobre todo, sabiduría...
El objetivo de un comunicador social debe ser transmitir todo aquel conocimiento que permita a otros encontrar la felicidad, que es uno de los objetivos principales en la vida del ser humano. Ese estado se logra mediante la adquisición de sabiduría. Eso sí, debemos tener presente que “el principio de la sabiduría es el respeto a Dios“...
sábado, 12 de noviembre de 2011
Superstición
Hoy ya estamos en sábado 12 de noviembre, y gracias a Dios, el 11-11-11 no causó nada extraño en el planeta, como lo anunciaron muchos sensacionalistas. La verdad es que las premoniciones fatídicas provienen, la mayoría de las veces, de personas supersticiosas que viven afectadas en sus emociones por cualquier rumor o especulación que escuchan. Quienes confiamos en Dios sabemos que todo tiene un principio y un final, y cuando una de esas dos situaciones llega para alguien, no hay nada que hacer. Claro está que muchas fechas, señales o vaticinios coinciden con hechos reales lamentables, pero eso no quiere decir que siempre será así. Confiemos en Dios y encomendemos nuestras almas, de modo que estemos preparados para cuando el bien o el mal nos sorprenda.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)
