Espada jugó
a candoroso
Aunque muchos periodistas y personas ajenas al gremio lo hemos comentado en varias ocasiones, vale la pena resaltar una vez más el desteñido papel (aunque en el fondo hábil) que jugó el vicepresidente Rafael Espada durante los cuatro años del gobierno de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE).
Hace algún tiempo me referí a sus descoloridas actuaciones en la palestra política y destaqué la forma tan insípida de su actuar, prácticamente siguiendo la línea de la mayoría de su antecesores en ese cargo. Esa forma simplista de proyectarse lo hizo que pareciera a veces hasta ingenuo.
No obstante, si se repara en el fondo de sus intervenciones públicas, casi siempre fue notoria la defensa oficiosa que adoptó hacia la gestión gubernamental saliente, con todo lo que tuvo a su alcance.
Y una actitud así hasta podría justificarse, dado que él fue parte de esa administración y que hubiera parecido extraño, como se dice, que “hablara mal de su rancho”.
Pero en cuestiones de honor, morales, profesionales, éticas, etcétera, cualquier persona honesta debería anteponer sus principios a las formas poco transparentes en que se manejan las cosas en las cuales interviene.
Si bien el papel de inocuidad al que jugó le lucía en ocasiones, al observar que siempre buscó salir bien parado, se duda de esa característica.
Sólo por poner un ejemplo: ¿Cómo es que si está tan claro (pues el mismo vocero presidencial lo confirma) que el presidente Álvaro Colom usó dinero del erario para viajes particulares, el vicegobernante diga que en el caso no cabe una investigación?
Tampoco luce como poco avispado cuando antes de la Navidad declara que buscará integrarse al Parlacén, y después de esa fiesta, que le apostará a la Presidencia del foro regional.
Pero lo que más indigna del destacado cardiólogo (que en la Medicina sí merece loas) es que todo su período dijo ser transparente, e incluso integró una comisión ad hoc, pero, a la hora de las horas, nunca dio muestras de tomar la bandera de la probidad y defender los intereses del pueblo.
De manera que el Vicepresidente, aunque haya figurado como un político inexperto, soso y hasta candoroso o insulso, en el fondo fue más vivo que otros y gozó de las mieles del poder durante sus cuatro años de gestión.
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